El envejecimiento de la piel comienza a manifestarse de forma más clara a partir de los 25 años de edad. Es cuando unas pequeñas líneas van formando esas marcas de expresión que, con el transcurso del tiempo, evolucionan a arrugas.
En esa evolución inevitable del tiempo, encontramos 3 fases destacadas:
1• Aparición de las arrugas.
2• Pérdida de volumen o descolgamiento.
3• Pérdida de densidad.
Estas 3 fases evolucionan con la edad.
1• La aparición de las arrugas, como comentamos, aparece a partir de esas pequeñas líneas que van marcando diferentes zonas del rostro. Estas marcas por lo general van asociadas con los gestos y se manifiestan en estas zonas. Aparecen las marcas en los ángulos externos de los ojos (patas de gallo), las marcas en las mejillas y en la frente. Estas marcas tienden a profundizar con el paso de los años.
2• El descolgamiento o pérdida de volumen se produce por la baja producción de colágeno y elastina que con los años disminuye. Este descolgamiento hay que controlarlo de manera que podamos recuperar parte del volumen perdido y así no llegar de forma temprana a la tercera fase.
3• La pérdida de densidad se manifiesta sobre todo en edades postmenopáusicas y viene causada por una deficiente producción de colágeno y la falta de tensión de las fibras musculares que antes «sujetaban» la piel. A esto hay que sumarle que la estructura completa ha perdido grosor, está débil y se pierde luminosidad.
¿Qué podemos hacer para evitar o llegar tarde a estos síntomas?
Comencemos por el estilo de vida.
La alimentación con una dieta variada rica en frutas y verduras es antioxidante y ayuda a minimizar los efectos de los temidos radicales libres.
Olvida el tabaco, ya no sólo porque te perjudica por dentro (y a los que te rodean) sino porque acelera notablemente el envejecimiento de la piel.
Bebe agua ya que es fundamental para el cuidado de nuestro cuerpo y para hidratar nuestra piel es esencial.
Utiliza productos de calidad que hidraten, nutran y cuiden la piel.
Protege la piel siempre y todo el año.
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